AMOR

AMOR

A Carlos Zambrano no se le puede ver como un pelotero en la víspera del retiro. 

El “Toro” ha hablado del fin de sus días como jugador desde hace casi un lustro. 

Este año dijo que la 2014-2015 sería su última temporada. Pero el beisbol siempre encuentra maneras de seducirlo. Y el turno que consumió el martes como emergente resultó muy tentador.  
 
“Sí, ¿por qué no?”, respondió el pelotero de Navegantes del Magallanes, sobre la posibilidad de extender su carrera como jugador de posición. 

“Me gustaría tener esa oportunidad. Tengo cuerpo de primera base. Tengo porte, ¿verdad? La verdad es que yo disfruto jugar. No solo en el montículo”, sentenció.

Zambrano, que se prepara para hacer su debut como lanzador a mediados de noviembre, consumió el martes su primer turno en la LVBP. 

Después de conectar 24 jonrones en 693 turnos en MLB, el toletero ambidiestro agarró una base por bola que causó buena impresión en el cuerpo técnico.

“Cogió un buen turno. Se ve que estaba pendiente de lo que estaban lanzando los pitchers”, dijo el asistente del coach de bateo, Richard Hidalgo. “Para ser bateador emergente, hay que ver el juego y llevar un plan. Él tenía  su un plan en ese turno y agarró un buen boleto”. 

Ese pasaporte cautivó a Carlos Zambrano, el bateador. Mientras el “Toro” pitcher ve el fin de sus días cercano, el slugger se entusiasma con el futuro. 

“Últimamente me había desilusionado mucho con el pitcheo porque el brazo no me respondía como antes”, confesó el carabobeño, de 33 años de edad. 

“Yo soy un pitcher de fuerza. Y era frustrante cuando no veía mi recta a 95-96 millas por hora, sino a 91-92. Pero tengo 2.000 innings en MLB, más los que lancé aquí y los de ligas menores. Un brazo no es el mismo después de 2.000 innings”, confesó.

Esa decepción lo obligó a “montarle cachos” a su condición de lanzador, para entregarse al bateo. 

Para él, pitchar no es lo mismo si no se tiene una recta que ridiculice a los bateadores, como la que tenía otrora. 

Así que es hora de darle emoción a su vida ahora como toletero. 

“Cuando tú sientes esa conexión en el bate y ves que la bola se va como un minguito, lo disfrutas”, admitió, con una sonrisa que delataba su satisfacción en este nuevo rol. “Eso hay que vivirlo”. 


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