AMOR

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¿Qué defensa puede tener un adolescente venezolano o dominicano ante un equipo de Grandes Ligas que decida imponerle un monto por firmar? Decir no y negociar con otra organización.

Abundan los defectos en el actual sistema mediante el cual acceden al beisbol de ligas menores los nuevos valores latinoamericanos. La situación ha mejorado desde que Arturo Marcano denunció enormes injusticias en su libro Stealing lives(“Robando vidas”), pero aún es posible encontrar aspectos por mejorar.

El caso del cubano Yoán Moncada quizás marque una regresión, con gran impacto en el Caribe y particularmente en Venezuela, pues vuelve a hablarse de imponer el draft internacional.

El sistema actual permite la firma casi totalmente libre de prospectos y nuevos valores. Desde hace algo menos de un lustro existe un tope de dinero a repartir cada año en jugadores elegibles para julio 2, pero todavía es posible para una divisa reclutar a 20 o 30 peloteros y reunirlos en una academia, a fin de darles tiempo y espacio para desarrollar sus condiciones.

Estrellas como Magglio Ordóñez y José Altuve surgieron por medio de ese mecanismo. No eran prospectos. Se hicieron a sí mismos.

Moncada ha desatado un fenómeno, al presentarse como agente libre. Por su edad tan moza, está obligado a ser considerado como una firma de julio 2. Por ello, y porque los Medias Rojas decidieron ofrecerle más de 30 millones de dólares para asegurar su firma, estamos llegando a esta situación en la que otras novenas protestan por la chequera bostoniana, a la que poco le ha importado asumir una multa por otros 30 millones de dólares, como impuesto por esta transacción.

Es un caso complejo, que tiene su basamento en la reglamentación existente: todo exceso en los montos anuales a repartir en el proceso de julio 2 genera una multa equivalente a ese exceso, así como el castigo de no poder adquirir prospectos internacionales al año siguiente. Como los patirrojos ya habían copado su tope para el período actual, tienen que entregar a la MLB la misma cantidad que le concedan al antillano. Un dineral.

Moncada tiene que ser un gran pelotero. No le darían tanto dinero, de no serlo. Pero es injusto, primero, que compita con otros valores de julio 2, siendo que estos tienen entre 15 y 16 años de edad, están menos formados y valen menos, mientras que él, a sus 19, está a uno o dos pasos de las Grandes Ligas.

Más injusto todavía es que esto termine por ser el pistoletazo final para el draft internacional, como ya asoman en el norte. Porque si bien es cierto que el gran capital se reparte entre pocos prospectos, también es verdad que con un mecanismo así se terminará la última baza que le queda a los jóvenes venezolanos o dominicanos: elegir entre el mejor postor.

Eso, sin contar con que quizás ello marque el final de las últimas cinco academias que quedan el Venezuela, al reducirse la posibilidad de firmar libremente a quienes deseen.

Un estadounidense, un canadiense o boricua que sea tomado en el draft colegial puede negarse, si la oferta no es buena, y seguir estudiando en la universidad. Quizás consiga una mejor cantidad al año siguiente o, en el peor de los casos, terminará su carrera universitaria.

¿Qué quedará para los muchachos del Caribe? O firman o se quedan sin nada. A su edad, en nuestros países, en sus humildes condiciones y sin universidad, no tendrán siquiera el recurso de decir que no y buscar una mejor opción.


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