Durante años, Alcides Escobar estuvo pujando por tener la oportunidad de vestir la camiseta del equipo que representa la tierra en la que nació, se crió y desarrolló.
Hace par de semanas, luego de incontables conversaciones y explicaciones, de un sinfín de oraciones y peticiones, se abrió el camino para que el nativo de La Sabana, estado Vargas, logre su anhelo.
El pasado 17 de julio los Cardenales de Lara transfirieron al campocorto, de 27 años de edad, a los Tiburones de La Guaira, cumpliendo el deseo del grandeliga y de su familia. En la transacción los encopetados recibieron al infielder barquisimetano Máicer Izturis, así como a los lanzadores Eduardo Figueroa y Freddy Álvarez.
Escobar, quien antes de soñar con ser de los Tiburones fue fanático de los Leones del Caracas, está por las nubes en estos momentos, pensando solo en cómo será ese instante en el que llegue al estadio Universitario de Caracas, entre al clubhouse de La Guaira, tome su uniforme y salga al terreno de juego a lucirlo frente a sus familiares, amigos y seguidores, todos de La Sabana.
Pese a que aún falta mucho tiempo para ese debut, pues él espera hacer su estreno con los escualos en algún momento durante el mes de diciembre, el grandeliga de los Reales de Kansas City está ya planeando la logística de ese día.
“Me llevaré a todo el pueblo para que me vean ahí jugando, porque este no solamente es mi sueño, sino que es el sueño de todos mis familiares y amigos, de todo mi pueblo. Creo que alquilaré uno o dos autobuses para que todos me puedan acompañar ese día. Ya quiero estar ahí y escuchar esos gritos de batalla de los Tiburones”, dijo Escobar con ese brillo en los ojos que tienen los niños al despertarse los 25 de diciembre y ver los regalos que les trajo el Niño Jesús.
–¿Qué tan emocionante fue la noticia del cambio? ¿Era algo que esperabas?
–Fue superemocionante para mí y para mi familia. La recibí estando en los días libres del Juego de Estrellas. Cuando me llamaron estaba en la playa.
Me llamó (Domingo) Tortuga Fuentes –jefe de prensa de los Tiburones–, también lo hizo Carlos Miguel (Oropeza) –gerente general de los Cardenales– y los directivos de cada equipo. Hablé mucho con la gente de Cardenales acerca de eso –del cambio–, pero siempre con respeto. Siempre les dije que lo que yo quería era estar más cerca de mi casa y se dio la oportunidad, y estoy superfeliz de que se haya concretado todo.
–¿Sueñas ya cómo será ese primer momento con los Tiburones, cuando te pongas el uniforme y salgas a jugar?
–Todavía falta mucho tiempo para eso, pero en mi mente está que sí lo voy a hacer, posiblemente, la primera semana de diciembre. Pienso que va a ser un momento muy especial para mí, para mi familia, porque jugar con los Tiburones de La Guaira es una emoción que siempre quise y que siempre tuve desde niño, será un sueño hecho realidad.
–¿Ya tienes reservado el autobús para llevarte a toda la gente de La Sabana al Universitario cuando vayas a jugar?
–Un poquito. He hablado de eso, pero todavía falta. Ese día me voy a llevar a toda mi gente, porque es algo muy especial para todos.
Mientras más cerca esté de mi casa es mejor, es más fácil para mí y es más fácil para que mis familiares y amigos me vean jugar.
–¿Cuál es ese primer recuerdo que tienes de los Tiburones de La Guaira?
–No recuerdo mucho, de verdad, porque en ese tiempo, cuando era niño, no le prestaba mucha atención al beisbol, pero recuerdo cuando (Carlos) “Café” Martínez estaba en su tiempo, él era un tremendo pelotero y vivía prácticamente en La Sabana. Creo que él es el primer recuerdo que tengo de los Tiburones. Creo que por él seguí más el beisbol.
–¿Qué era lo que más te decían, te hablaban tus papás acerca de La Guaira?
–Mi mamá ha sido fanática de La Guaira desde siempre, mi papá es fanático del Caracas. Entonces yo de niño no sabía a quién irle; en principio, fui fanático del Caracas, pero después empecé a ver a la gente de La Guaira y lo que hacía el “Café” Martínez, que también lo podía ver en el pueblo casi todos los días y era imagen de nuestro pueblo. A partir de ahí me cambié a los Tiburones y me quedé con ellos.
Cuando iba a Caracas a jugar con Cardenales siempre sentía emoción cuando enfrentábamos a los Tiburones y me decía que algún día tenía que tener la oportunidad de jugar con el equipo de casa.
–Los Tiburones tienen una rica herencia de estelares campocortos, entre los que han estado Luis Aparicio y Oswaldo Guillén. ¿Qué representa ser parte de esa herencia?
–Es una gran responsabilidad y un gran orgullo ser parte ahora de esa herencia. Espero cumplir con ese compromiso y darles muchas alegrías a los fanáticos.
–¿Cómo fue recibido el cambio aquí junto a Salvador Pérez?
–Estuvimos aquí relajando y echando vaina, como decimos nosotros. Estuvimos hablando de los planes para ver si jugábamos el mismo día y eso. Pero que sea lo que Dios quiera, porque lo primero es estar saludable, porque si uno está saludable puede hacer las cosas cuando se den.
–¿Qué condicionaría tu participación en Venezuela con los Tiburones?
–Si nosotros (los Reales de Kansas City) pasamos a la postemporada, así lleguemos a la Serie Mundial, voy a jugar en Venezuela, aunque sea un día, porque tengo ese deseo de jugar allá y de estar con los Tiburones, ese siempre ha sido uno de mis sueños en el beisbol venezolano.
Muchas veces uno dice que todo depende de lo que pase aquí (en Grandes Ligas), y es verdad, porque aquí es donde está el futuro de uno, pero cuando uno quiere algo de niño y ahora tiene la oportunidad de hacerlo, no lo puede desperdiciar; además, tampoco quiero dejar mal a mi gente.
–¿Ya te aprendiste el grito de guerra de los Tiburones?
–Desde hace años. Me gusta mucho el de “Ehh, ehhh, ehhhh, los Tiburones” y “Vamos mi gente pa’encima” que corean en las tribunas del estadio Universitario. Eso es algo que ya quiero vivir.
No sé lo que me vayan a decir cuando vaya a batear, cuando dé mi primer hit con los Tiburones, pero lo que quiero es escuchar ese grito de guerra nada más.
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