AMOR

AMOR

Por Ignacio Serrano
  
José Peraza

Pocas veces ocurre un cambio así en la pelota venezolana: un jugador establecido, figura principalísima del circuito en los años recientes, yendo en un sentido, con un prospecto de primera línea, altamente cotizado en las Grandes Ligas, yendo en sentido contrario.

Uno por uno. Presente rotundo y brillante futuro. El toletero ambidiestro con más jonrones en la historia de la LVBP por el prospecto número uno de los Bravos de Atlanta. Héctor Giménez y José Peraza.

¿Quién gana y quién pierde?, preguntan los fanáticos. ¿Qué gana y qué pierde cada divisa? preguntamos los periodistas.

Aragua pierde un símbolo, el cuarto en el último año y fracción. Giménez fue parte fundamental de la dinastía, como Buddy Bailey, como Francisco Buttó, como Víctor Moreno. No estuvo todo el período, pero se hizo sentir.

Pierde también un bate que marca diferencia en esta liga. Uno que puede ligar para promedio y que sobre todo tiene poder, a ambos lados del plato. Eso vale oro y es la gran ganancia de Lara.

Un equipo que entregó a Luis Jiménez hace un año, tiene ahora a Carlos Rivero y al recién llegado Giménez para dotar a la alineación de una profundidad aún mayor.

Los Cardenales pierden poco, en los hechos, por más que hayan entregado mucho en el papel. Peraza es un gran pelotero. No es gratuito su estatus en el norte. Es muy, muy rápido, tiene contacto y buenas manos. Es posible que  sea el camarero titular de Atlanta este mismo año. También vale oro.

Los Tigres ganan todo eso, en compensación. Si el barinés juega, y en Maracay aseguran que lo hará, va a ser una sensación. Pero ¿por cuánto tiempo?

Buena pregunta. Hace 30 años, los felinos habrían ganado de calle, porque Manny Trillo era el segunda base de los Filis y jugaba en Venezuela sin problemas. Un pelotero de sus características valdría más que Giménez, porque está empezando su carrera y se supone que dentro de muy poco tiempo será un bigleager. Uno muy bueno.

Después de 30 años, Trillo es coach de las Águilas y los jugadores de su estatus no actúan mucho en el país. Así que Peraza tal vez sólo esté aquí en la 2015-2016, hasta consolidarse como camarero en el norte. Existe incluso el riesgo de que ni siquiera venga en octubre.

Pero para los pájaros rojos también hay un riesgo. La última zafra de Giménez vino a la baja, con una línea de .247/.325/.377/.702. Es preocupante que alguien tan disciplinado estuviera por debajo de la media de la liga en OPB, y la pérdida de poder puede ser una catástrofe, si resulta más que un mero tropiezo.

Héctor Giménez
El yaracuyano tendrá 33 años de edad en octubre. Está más cerca del retiro que del debut, pero su trayectoria no necesariamente está en declive. ¿O sí? Es imposible precisarlo con total exactitud. Pero los rayados creen que la edad, los problemas en las rodillas y el estar jugando en México es una muestra de que puede estar cerca la despedida. Por eso lo negociaron hoy: quizás mañana no valga tanto en el mercado.

Si así fuera, pudiéramos estar ante un cambalache del que sólo queden, por poner cualquier cifra, dos buenas campañas para cada uno de los involucrados: las del canto del cisne, en el caso del inicialista, y las del debut y despedida aquí de alguien que, se supone, va a ser estelar en la gran carpa durante muchos años.

Pero no todo pelotero se pierde en las ligas internacionales, ojo. René Reyes ha seguido produciendo en tales circunstancias, ¿por qué no Giménez?

Dos figuras importantes han cambiado de equipo. Uno es joven y apenas está llegando. El otro brilla desde hace una década, con una huella profunda. ¿Dónde se sentirá más el impacto? Quizás en Barquisimeto, aunque todo dependerá de que Peraza juegue.

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