AMOR

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Josmil Pinto
Magallanes construyó su actual reinado sobre un equipo blindado, con un sólido cuerpo de pitcheo y ninguna fisura. Sus oponentes en las pasadas dos finales, Lara y Anzoátegui, usaron el draft para compensar carencias; los turcos, en cambio, lo utilizaron para seguir agregando poderío.

Fue inevitable pensar en eso el jueves, al ver el resultado del draft en esta oportunidad.

Los Navegantes esta vez llegaron al sorteo con la obligación de tapar agujeros en el roster y el staff.

Necesitados de uno o dos abridores, ante el bajón de Anthony Lerew y la necesidad de disputar siete juegos seguidos, sin descanso. Necesitados de un relevista, en caso de que Deolis Guerra no sane completamente. Necesitados de un antesalista, debido a las lesiones recientes de Jonathan Herrera y Andrés Eloy Blanco. Necesitados de un bate adicional, ante los problemas físicos de Mario Lissón y el bajón de Adonis García en la semifinal.

¿Cómo atender tantas situaciones con sólo dos escogencias en el draft?

Los Caribes, en cambio, llegaron sin faltas aparentes. Tomaron un abridor, siendo que ya contaban con el japonés Toru Murata como quinto iniciador, y se hicieron de un relevista corto, aunque poseen el segundo mejor bullpen de la temporada, únicamente por detrás de las Águilas.

La final del campeonato 2014-2015 tiene libretos cambiados. Y por eso, el favorito hoy es la tribu, en vez de la nave.

No hay que descartar a los turcos. Están a apenas cuatro victorias de un histórico tricampeonato. Pero en una serie donde muchos auguran lluvia de batazos, parecen comenzar en inferioridad de condiciones en el área que contiene a los toleteros: el pitcheo.

Los filibusteros dependen de Chris Leroux, quien prometió hacer una última salida en la final. ¿Se irá después de eso? De Johan Santana, que ha lanzado dos innings en los últimos siete meses y tuvo inconvenientes físicos después de su única salida. De Josh Lowey, que ha desarrollado toda su carrera en circuitos independientes. De un quinto abridor que no designan, y que puede estar entre David Martínez (con dos semanas sin lanzar), Orángel Arenas (que bajó su rendimiento y fue removido de la rotación) y Steven Hensley (que todavía no debuta en la LVBP).

Magallanes nunca llegó a una final en tales circunstancias, durante su actual reinado. Eso, sin contar con que Jean Machí no se sumó y Guerra no lanza desde diciembre.

Es cierto que ahora los cabrialenses tiene un trabuco, del primero al noveno bates. Pero ya la dinastía de los Tigres nos demostró que esos trabucos pueden poco si el pitcheo enfrente es mejor. ¿Es el caso de los aborígenes?

Al menos tienen a los dos abridores más cotizados de la eliminatoria, José Álvarez y ahora Junior Guerra, y uno de los importados más consistentes, Daryl Thompson. Puede que Amílcar Gaxiola y César Valdez tengan mucho que demostrar, pero aún así Anzoátegui posee algo que no tiene su rival: estabilidad, nacida de una mayor profundidad.

Es una final con libretos cambiados. ¿Se librará a fuerza de batazos, como predicen esas alineaciones blindadas? Quizás no, a pesar de la creencia generalizada. Porque el bullpen A de ambas escuadras es sólido.

Aquí debe ganar quien saque partido de los abridores. Y en ese aspecto, Caribes tiene la ventaja.

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