Un día, los Astros perdieron la fe en Melvin Mora. Quizás alguien pensara entonces que era su final de camino. Miles de jóvenes firman cada año para empezar una carrera en el beisbol profesional y apenas decenas de ellos llegan a las Grandes Ligas.
Mora no había pasado de clase A. Era parte de una camada brillante de jugadores venezolanos, reclutada por Andrés Reiner para los siderales en los años 90: Bob Abreu, Richard Hidalgo, Johan Santana, Freddy García, Carlos Guillén, Raúl Chávez, todos llegaron a las mayores.
El yaracuyano, en cambio, se encontró sin trabajo y debió elegir entre el temprano retiro e insistir, aceptando jugar en ligas independientes. Decidió insistir.
Aquel día nació uno de los más sobresalientes bigleaguers de Venezuela.
Mora se fue al Lejano Oriente, se mantuvo en acción con Magallanes y llamó la atención de los Mets, que le dieron una segunda oportunidad.
Lo demás es historia. Retomó su envión hacia la gran carpa, fue subido por los neoyorquinos, jugó la Serie Mundial del Subway, fue cambiado a los Orioles, ganó un Bate de Plata y hoy, ya retirado, es candidato al Salón de la Fama de Baltimore.
Hoy estamos ante un nuevo Melvin Mora, otro caso de alguien capaz de revertir su propio destino para convertirse en figura. Estamos ante Balbino Fuenmayor.
Este carabobeño, nacido en Valencia en 1989, fue uno de los prospectos más nombrados en el proceso de firmas de julio 2 hace nueve años, cuando fue contratado por los Azulejos de Toronto por un bono cercano al millón de dólares.
Era por entonces un antesalista de adecuado guante y enorme potencial ofensivo. Pertenecía al Magallanes.
¿Qué pasó con Fuenmayor? Como muchos prospectos, perdió el rumbo a la gran carpa sin que se supiera exactamente la razón. Demasiados ponches, promedios muy bajos, falta de consistencia.
En 2013, con 23 años cumplidos y tras pasar siete campañas en las granjas de Toronto, sin superar clase A media, fue dejado en libertad.
Se acabó la carrera del ex prospecto, pensaron algunos. ¿Cómo no creer que sería así? Ya Magallanes lo había enviado a Anzoátegui en un cambio, y aunque empezó a dar señales de vida con la tribu, en el norte tenía .244 de average en clase A.
Quizás allí haya comenzado el camino de Fuenmayor a las Grandes Ligas, como otrora pasara con Mora.
El infielder no se rindió. Ya era inicialista a tiempo completo, pero todavía tenía esas condiciones que a los 16 años de edad llevaron a varios scouts a acercarse a su familia, para conseguir su firma.
Con Quebec, en la pequeña liga Can-Am, explotó en 2014. Bateó para .347/.383/.610, con .993 de OPS, 23 jonrones y 99 impulsadas en 95 encuentros.
Así regresó a Venezuela, buscando espacio con los Caribes. Así se ganó un lugar en la titularidad, forzando el despido de Cory Aldridge y adueñándose de la primera base. Asi fue firmado por los Reales de Kansas City.
Fuenmayor es ahora el bateador más peligroso de la LVBP. Comenzó la jornada del miércoles con 5 jonrones, 11 anotadas y 11 empujadas en apenas 9 juegos de la semifinal. Los periodistas portocruzanos no hablan de bambinazos, sino de balbinazos.
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