AMOR

AMOR

No hay buen equipo sin buen campocorto y en Anzoátegui lo saben. Por eso que salieron al mercado en el receso entre temporadas y consiguieron algo grande.

No, no se trata de Ehire Adrianza. A ese también lo adquirieron en la pausa entre torneos. Llegó de los Tiburones en el cambio por Brayan Villarreal, pero aún no regresa al país. Se encuentra en San Francisco, como reserva de los Gigantes, en la Serie Mundial.

Los Caribes hicieron otros pactos antes de la campaña, adquiriendo a otro torpedero que ha asumido la titularidad vacante, convirtiéndose en una de las razones por las que la tribu trepó al primer lugar.

Ese es Orlando Arcia.

Fue durante mucho tiempo “el hermano de Oswaldo”, el menor de la familia Arcia. El mayor, Oswaldo, es grandeliga desde hace dos temporadas. Ya brilló aquí con los Tigres y se dispone a hacerlo ahora en Puerto La Cruz, tras llegar a los indígenas en la misma transacción.

Orlando tiene 20 años de edad, recién cumplidos el 4 de agosto. Viene de su primera temporada en clase A avanzada y no se supone que, siendo tan joven, sea la piedra angular de una divisa que ganó 11 de sus primeros 13 encuentros en la justa.

Puede que el alto mando de los aborígenes no esperara un inicio tan vigoroso, con todos esos extrabases que el nativo de Anaco ha acumulado. Pero algo sí sabían: que el novato podía estar listo para su bautismo de fuego en la LVBP.

Arcia es el cuarto mejor prospecto de los Cerveceros de Milwaukee, según MLB.com, y en la cuenta de Baseball America es el número siete. Es visto como el mejor guante en las granjas de esa organización, lo cual es bastante para quien oficialmente terminó la adolescencia hace apenas dos meses y que todavía no tiene edad para beber en Estados Unidos una de esas cervezas que han hecho célebre la ciudad donde sueña jugar.

Esta zafra, con el Brevard County, bateó para .289/.346/.392, dejando varias señales de lo que puede llegar a hacer con su ofensiva, conforme crezca y siga madurando: acumuló 29 dobles, una cifra importante, y robó 31 bases en 42 intentos, una relación positiva. Además, tomó 42 boletos en 127 juegos.

Aquellos signos hablan de un pelotero que eventualmente puede terminar dando extrabases, estafando muchas almohadillas y tomando bastantes pitcheos. Será entretenido ver su evolución, conforme crece en doble A y triple A.

Más entretenido, por ahora, es verle con Anzoátegui.

“Ese muchacho puede batear”, dijo en junio Mike Guerrero, técnico de larga experiencia con los lupulosos. “Es muy delgado, pero no me extrañaría que algún día esté en el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas”.

“Es muy maduro con todo lo que hace en el terreno, desde su rutina de preparación, pasando por la forma como encara las cosas y cómo se comporta”, terció su manager en 2014, Joe Ayrault. “Todo lo que hace es tipo Grandes Ligas. Su defensa, su alcance, su brazo, sus instintos, cómo se mueve, sus turnos en el plato. Es muy maduro para su edad”.

Ese muchacho, uno de los más jóvenes este año en la Liga de Florida, es el mismo que llegó al fin de semana con una línea de .286/.388/.571 con los Caribes, con tres jonrones y cinco extrabases.

Adrianza estará en el país a más tardar en noviembre. Pero en su ausencia, en Anzoátegui tienen otro buen shortstop al que aplaudir.

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