AMOR

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La suspensión del inicialista Chris Davis en medio de una carrera de los Orioles de Baltimore por su primer título divisional en dos décadas es otra prueba de que el sistema antidopaje de Grandes Ligas funciona y que no tiene favoritos.

Davis fue suspendido por 25 juegos por el uso de anfetaminas. Eso significa que se perderá los últimos 17 juegos de la serie regular y los primeros ocho de la postemporada o algunos de la próxima campaña regular en caso de que Baltimore no alcance a jugar 25 veces el resto del año.

Desde que la oficina del comisionado y la Asociación de Jugadores acordaron establecer un programa antidopaje en el 2006, decenas de jugadores, incluyendo algunas estrellas con números suficientes para aspirar al Salón de la Fama, han sido suspendidos en Grandes Ligas y cientos en las ligas menores.

La percepción inicial de la sociedad hacia el programa del béisbol fue de escepticismo, incredulidad y sospecha. Una gran mayoría de aficionados, e incluso de periodistas, pensamos que el programa antidopaje tomaría un par de jugadores de poca monta como "chivo expiatorio" y los sacrificaría públicamente para calmar a las masas, pero que era poco probable que juzgara y condenara a los mejores en aras de proteger sus legados, sus equipos y los intereses económicos de la industria.

Casi una década después, debemos admitir que estábamos completamente equivocados. En sus nueve años de existencia, el programa antidopaje -- que ha sido modificado y endurecido en varias ocasiones -- ha sancionado a tipos como el cubano Rafael Palmeiro, los dominicanos Alex Rodríguez y Manny Ramírez y los norteamericanos Ryan Braun y Davis, entre muchos otros.

De paso, el sistema ha denunciado como antiguos usuarios de algún tipo de sustancias a notables estrellas como Barry Bonds, Roger Clemens, Andy Pettitte, Chuck Knoblauch y Eric Gagne, entre otros. El antiguo inicialista Mark McGwire, quien era sospechoso, más no acusado, confesó voluntariamente en 2010 que usó esteroides por cerca de una década durante su carrera en las ligas mayores.

La política antidopaje del béisbol condena el uso de 70 formas de esteroides, 55 estimulantes y ocho drogas de abuso. A diferencia de otras ligas, el programa contra sustancias para mejorar el rendimiento de las ligas mayores incluye prohibiciones expresas del uso de hormona de crecimiento humano y testosterona y faculta al comisionado para castigar sin el uso de una prueba positiva de violación del mismo.

En resumen, Grandes Ligas no solamente tiene el programa antidopaje más duro de los deportes profesionales, sino que además funciona. La sanción de Davis, el líder de cuadrangulares de la temporada pasada -- y uno de los críticos más ácidos del uso de sustancias-- es otra prueba de ello.

Por Enrique Rojas / ESPN Deportes

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