El Robinson Canó que esta semana regresa al Bronx es muy distinto al que vistió el uniforme de los Yanquis de Nueva York las nueve temporadas anteriores.
Más allá de la barba que antes no podía lucir, el segunda base dominicano ha asumido con gusto la condición de líder dentro de los Marineros, el joven equipo que comprometió 240 millones de dólares para llevárselo al otro extremo del país, a Seattle.
El lunes, junto a la actriz Emma Stone, Canó estará en el "Tonight Show", el programa de variedades de Jimmy Fallon en NBC. Al día siguiente le toca el primero de una serie de dos juegos en el Yankee Stadium.
Sus ex compañeros de los Yanquis seguramente le dará una cálida bienvenida. Pero, ¿cómo será la recepción de los fanáticos, gente que quizás no le perdone haberse marchado como agente libre. Muchos aguardaban que siguiese los pasos de Derek Jeter y Mariano Rivera como un "Yanqui de toda la vida". Probablemente afloren otra vez los reproches por su tendencia de no correr con el máximo esfuerzo tras batear rodados de rutina.
Canó quiere saludar a Jeter, el capitán de los Yanquis que se encuentra en la última campaña de su carrera. Tampoco teme a la posibilidad de escuchar abucheos desde las gradas.
"Puede pasar, pero no tengo eso en la mente", dijo Canó en una conversación reciente con The Associated Press en Miami. "Creo que me fui de Nueva York con buenos términos. "No tengo problemas con el equipo, ni con los fanáticos. Todo saben que esto es un negocio".
Con nuevos desafíos y deberes, Canó está más pendiente de su adaptación a los Marineros.
A la sombra de líderes como Jeter y Rivera o bajo estrellas que acaparaban la atención como Alex Rodríguez, la primera parte de la carrera de Canó se caracterizó por tener cierto anonimato para proyectarse en la elite de las mayores, dejando un legado que se avala con un porcentaje de bateo de .309, 204 jonrones, 822 carreras impulsadas y slugging de .504.
También ganó una Serie Mundial, en 2009, y promedió 153 juegos por temporada.
Pero en Seattle se ha encontrado con un equipo que en la última década ha acumulado seis campañas de 90 derrotas o más, y que a los tumbos trata de dar los pasos para convertirse en contendiente en la División Oeste de la Liga Americana.
"La experiencia en Seattle ha sido excelente", dijo Canó. "Es una ciudad con un ambiente más relajado al de Nueva York".
Esa es una gran ventaja al considerar que los Marineros recién el martes pasado rompieron una racha de ocho derrotas en fila, que desinfló la euforia inicial tras un arranque con marca de 6-3.
En el plano individual este primer mes, Canó comenzó flojo y apenas cuenta con un jonrón, conectado de visita en Texas, lo que ha acentuado el temor de que su poder mengüe en las dimensiones del Safeco Field de Seattle, poco favorables para los bateadores. Pero despertó en los últimos seis juegos con un promedio de .423 (11 hits en 26 turnos).
En Seattle, Canó ha revertido funciones.
Desde el inicio de la pretemporada en Arizona, entendió que ahora le tocaba ser el mentor de un pelotón de jóvenes bateadores como Justin Smoak, Mike Zunino, Kyle Seager y Brad Miller, compartiendo ellos varios de las rutinas previas a los juegos que aprendió con los Yanquis.
"Su adición ha sido tremenda", comentó Félix Hernández, el as venezolano de la rotación. "No teníamos a un bateador de su tipo. Te quita la presión, ya los muchachos no tienen que cargarla. Es un líder en el terreno, todos los días. Eso les ayudar a madurar
Eso lo puede atestiguar el inicialista Smoak, quien se convirtió en el principal pupilo de Canó.
"Me buscó desde el primer día para que fuese su pupilo", contó Smoak a AP. "Te puedes pasar todo el día escuchándole, pero lo mejor que uno puede hacer es verlo actuar, la naturalidad con lo que hace todo. Es un líder nato, que pone el ejemplo. Fue alguien que surgió junto a gente como Jeter y A-Rod".
"No es alguien que llega al estadio para jugar un partido más, es alguien que se entrega por completo", añadió Smoak. "Ya ganó una Serie Mundial, sabe lo que se requiere y quiere ganar otra más".
El propio piloto de los Yanquis Joe Girardi avala esa afirmación.
"A menudo digo que el aspecto que quizás pasó inadvertido un poco fue su entrega. Muchas veces le daban un pelotazo y uno creía que no iba a poder jugar al día siguiente y terminaba haciéndolo. Robbie jugaba con gusto y tenía una gran sonrisa y muchas veces hacía ver que todo era muy fácil para él. Fue un gran Yanqui"
Canó encogió los hombros al planteársele su condición de líder.
"Como el veterano del equipo, creo que es algo normal pasarle a ellos algo de lo poquito que he aprendido", dijo.
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