AMOR

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Después de quedar libre en Estados Unidos, Juan Rivera recibió ofertas para jugar en México; sin embargo, las desechó. “Si uno está en el tercer piso, no puedes bajar al primero de un solo golpe”, razonó el jardinero. “Estados Unidos es la primera opción, Japón la segunda, Corea la tercera y México la cuarta. No quiero dejarles saber que estoy fuera de la pelota; además, aproveché este año para pasar tiempo con mi familia, porque en 18 años de carrera no lo había hecho”, confesó el slugger de la nave turca.

Carlos García sabe que un árbol no hace montaña, como reza el lugar común; sin embargo, el mánager de Navegantes del Magallanes confía en que el madero de Juan Rivera ayudará en su intento por reanimar la aletargada ofensiva del club, por más que el toletero no esté en el mejor momento de su carrera.  

“¡Claro!”, razonó el mánager de la nave turca. “Juan es un hombre de experiencia y ojalá nos ayude a dar esos batazos con gente en base que tanto nos hacen falta”. 

Rivera todavía no había dado su primer hit antes del juego de ayer, pero en su primer turno, el miércoles, conectó un fly de sacrificio con el que remolcó una carrera. Eso, y su hoja de vida, lo atornillaron en el cuarto lugar del lineup en los siguientes dos juegos. 

“No me veo como el salvador del equipo; de hecho, el primer día sentí un poco de presión porque tenía ocho meses sin jugar y es difícil batearle a un pitcher que tira a 95 millas por hora”, reconoció el exgrandeliga, que no jugó en ninguna liga este año. “Trataré de dar lo mejor que pueda. Quiero ayudar al equipo para ver si les doy ese punto que les falta”. 

Rivera, quien no pudo incorporarse antes debido a que padeció de chikungunya, ha tomado todos los días doble práctica de bateo con miras a recuperar el tiempo perdido. 

“Estuve entrenando, pero no es lo mismo”, admitió el slugger. “Me ha costado diferenciar los pitcheos. El primer día no tenía mi mecánica como tenía que ser, pero creo que mientras pasen los juegos me sentiré mejor”. 

De él depende en buena parte el reaccionar de Magallanes, que antes de la jornada de ayer tenía 10 carreras anotadas en los últimos cuatro juegos. Rivera, de 36 años de edad, conectó 132 jonrones en Grandes Ligas y tiene un promedio vitalicio de .311 en 13 temporadas en la LVBP. 

Pero además de la inactividad, Rivera ha tenido que batallar con las secuelas del chikungunya. “Todavía me siento débil. Esa enfermedad a veces dura tres meses para que uno se recupere bien”, detalló. “Todavía siento dolores en las articulaciones. Es difícil pararse en las mañanas con dolores en las muñecas y los tobillos”. 

Aun así, Rivera seguirá llegando temprano al estadio para tomar dos prácticas de bateo todos los días.


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